En Galicia hay muy pocos pueblos tan pintorescos y encantadores como Combarro, un pueblo marinero y campesino en el que el tiempo parece haberse detenido. Sus hórreos situados a pie de mar muestran una de las imagenes más conocidas de las Rías Baixas. Por lo que no es de extrañar que la historia de este pequeño pueblecito haya marcado tanta inspiración en artistas y pintores.
Destaca por su originalidad y encanto, entre sus habitantes no hay más de 1.600 y cada uno de ellos es una pieza clave de este pueblo. El pueblo de Combarro asombra a cualquiera por su estructura, por su gente, por su tradición y cada uno de los detalles que en su conjunto confieren a este municipio historia y cultura.
El nombre Combarro proviene de la raíz comb, que significa curvatura de la costa, muy apropiado por su posición geográfica. En el siglo XII, el pueblo y la vecina isla de Tambo fueron donados al monasterio de San Juan de Poio por la reina Urraca I de León.
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Sus casas populares y sus hórreos
Combarro no fue villa ni ciudad, sólo una aldea dependiente de un monasterio. A la falta de fortificaciones tuvo la ventaja de evitar las frecuentes destrucciones de las localidades vecinas, en tanto que la carencia de un puerto comercial (que está en Pontevedra) no propició que allí se asentara la nobleza y los hombres de posibles que construían los pazos. Por esta razón, sus casas populares y sus hórreos de granito fueron construidos por humildes agricultores y pescadores de litoral.
Las casas de Combarro se construyeron sobre la base de granito de su costa para ahorrar cimientos y terreno laborable. A la acumulación de granito sobre granito contribuyen también los más de 30 hórreos que recorren hasta el mar para mostrar su vocación compartida terrestre y marinera, pues además de almacenar maíz, sirven para secar boquerones y sardinas.
Cruceiros que libran del mal
Combarro tiene sus cruceiros que libran del mal, y de la Santa Compaña, en plazas y encrucijadas. En ellos, la figura de la Virgen suele mirar siempre al mar y la del Cristo hacia tierra. Resulta muy interesante recorrer la parte vieja declarada Conjunto Histórico-Artístico, sobre todo la rúa do Mar, con sus calles empedradas y casas marineras de estrechos soportales y balcones construidos en piedra o en madera, según fuera la economía del propietario.
Los cruceiros son habituales en los pueblos celtas como Bretaña, Irlanda y también en Galicia. Según, protegían los cruces de caminos donde se creía que se realizaban reuniones de meigas, convirtiéndose en lugares seguros. Los cruceiros de Combarro cuentan con la particularidad de que la figura de la virgen tallada en ellos mira siempre hacia el mar.
Casas Mariñeiras
Además de cruceiros y hórreos, Combarro es famoso por sus casas mariñeiras. En la calle A Rúa pueden verse casas con la división típica que situaba la vivienda en la planta superior y la inferior destinada a almacén para aperos de pesca y agrícolas. Algunas de ellas contaban con una marca diferenciadora que era la solaina, un balcón en piedra de inspiración barroca que terminaba en escalera. La gente del mar normalmente lo construía con madera o hierro forjado, pintándolo con los mismos colores con los que pintaban sus barcas.
Playas de Combarro
Además de la pequeña playa, sólo con marea baja, desde la que sacar la foto de los hórreos, en Combarro están la praia de Pinela o Padrón y la praia da Canteira –al otro lado del puerto–.
En Chancelas hay playas más grandes, como la praia de Chancelas –dividida en dos por un saliente rocoso– o la praia do Ouriceira.
Si estás dispuesto a moverte más, sin salir del municipio de Poio, donde se encuentra Combarro, podrás elegir entre una veintena de playas: semiurbanas –como Xiorto, Campelo o Sinás–, rurales –como Laño– y hasta en entornos forestales –como Cabecera o Lourido.
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