Las Baleares diseñan código QR que puede llevarse en papel, en el móvil o en una pulsera.
La temporada de verano se acerca, y muchos están trabajando en varias ideas para que podamos volver a viajar con controles de seguridad que permitan evaluar el estado de salud de cada uno de los pasajeros.
Mallorca está trabajando insistentemente para poder recibir turistas lo más pronto posible. Están presionado mucho al gobierno central para retomar los viajes, siempre y cuando todas las condiciones lo permitan.
La presidenta de las islas, Francina Armengol, puntualizó el 14 de mayo que mantuvo una videoconferencia con el ministro de movilidad para reabrir su aeropuerto al tráfico internacional a finales de junio, cuando finaliza su fase tres de la desescalada.
En esta última fase, que comienza el día 8 de junio y debería acabar el 22 de junio, está prevista la recuperación de la movilidad entre las provincias españolas, y el plan es que se abran también los vuelos con la Unión Europea.
Código QR sanitario para controlar la movilidad de los pasajeros
Para poder controlar a los pasajeros que llegan a la isla, la Universidad de las Islas Baleares (UIB), a través de su grupo Smart Destination, vienen desarrollando un código QR que podría aportar una información sanitaria certificada de cada pasajero y que serviría como una solución para gestionar los movimientos de los próximos meses, hasta que tengamos una vacuna.
Esta iniciativa serviría como medida complementaria a las decisiones que se aprueben más adelante, como la realización de tests a los viajeros a la salida o llegada a destino.
Su función principal es dar información de los pasajeros antes de llegar a la isla, de los que no se conoce su situación sanitaria, y crear un marco de rastreo que respete la privacidad de los datos de las personas.
El código podría validar que los visitantes a la isla tienen una certificación sanitaria en origen que informa que no están infectados de coronavirus.
Esta información sería detectada una vez llegada al destino por un lector o aplicación autorizada y no aparecería fuera de los servidores de las entidades responsables del proceso.
Bartomeu Alorda, profesor titular de Tecnología Electrónica de la UIB y coordinador del mencionado grupo de investigación, conociendo esta información, “las autoridades pertinentes podrían tomar decisiones, como flexibilizar las cuarentenas”.
La compañía aérea, por ejemplo, puede comunicar previamente al destino que un número de pasajeros cuenta con el código.
Cabe la posibilidad de que el viajero se infecte durante el trayecto. En este caso, como explica Alorda, se conocería que la persona no presentaba síntomas antes de tomar el vuelo y habría que tomar medidas en consecuencia, como confinar todo el pasaje.
La información debería actualizarse antes de cada viaje, porque la persona podría contagiarse durante sus vacaciones.
Alorda expone que la tecnología en sí no es más que un contenedor de información útil que nos permitiría conocer detalles específicos sin conocer todo el historial médico del viajero.
Esta herramienta permite también que cada lectura hecha se pueda usar como un punto de monitorización y se puedan realizar análisis de seguimiento de nuevos casos sabiendo qué desplazamientos se han llevado a cabo de forma anónima y sin datos centralizados.
Cabe destacar que se trataría de una información encriptada y que no aparecería fuera de los servidores de las entidades responsables del proceso.
En realidad, el código puede ofrecer una doble información: de identidad y movilidad para los cuerpos de seguridad, y de identidad y médica para los agentes sanitarios.
Cada lectura realizada, además, sirve como monitorización y análisis de desplazamiento de posibles nuevos casos positivos.
Para desarrollar esta propuesta no sería necesario que la población se descargara ninguna aplicación específica, sino que únicamente se debería obtener la imagen QR que puede llevarse en papel, en el móvil o en una pulsera.
Este QR sería emitido por las entidades certificadoras de la información contenida, como los centros de salud, la empresa en el caso de trabajadores, o los servicios sociales en el caso de necesidades especiales.
El proyecto que lidera Alorda en realidad no es nuevo. Esta tecnología está patentada por la UIB desde 2015 y dos años más tarde pusieron en marcha un proyecto piloto con las autoridades portuarias.
El objetivo era tener información sobre los cruceristas que llegan a la isla por pocos días y facilitar que puedan ser atendidos por los servicios de emergencias con las mayores garantías. Una vez dejan la isla, pueden destruir el código sin dejar registro.
Como apunta Alorda, su equipo simplemente “ha adaptado esta tecnología a la situación actual para ofrecer la máxima información entre origen y destino”. Según dice, está trabajando conjuntamente en el desarrollo de esta idea con la Consejería de Salud de las islas. Aunque por su parte, Nuria Togores, responsable de comunicación del gobierno insular, dice que “solo pueden comentar que se está evaluando”, por el momento.
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